miércoles, 25 de abril de 2012

Bueno, esto lo escribí en taller de producción escrita, tenía que pasarlo a computadora y dado que el word no funciona en estas queridas netbooks no tengo otra opción que subirlo acá, dado que es la única forma de que se corrijan las faltas. Como última aclaración la temática que nos dieron, era la aparición de un guanaco, así de normal como suena, bueno ahí les va: 
"La pelota voló afuera de la cancha, se escucho un grito , -Nuestra!. Sacaban los de rojo, los chicos se movieron rápido por la cancha, o al menos todo lo que se podía, el estar entre edificios y monoblocks no ayudaba mucho a la movilidad. Un centro que se desvió y las caras de todos mirando como la pelota se iba de techo en techo, enseguida, todas las caras dieron en el mismo blanco, Gaston,  un chico petizo y flacucho, de pelos amarillos y una tez blanca como el papel. El chico no espero a que le dijeran algo, en cuestión de segundos se subió a uno de los techos y así fue saltando de casa en casa, hasta perderse de la vista de los chicos .
 Pasaron diez minutos de espera y nada pasaba, de repente, se escuchó un grito y apareció Gaston de un salto, por el mismo techo que se había ido. Fue increíble ver como su cara estaba mas blanca de lo normal y ni hablar de lo acelerado que tenía el corazón, por poco podíamos escucharla a distancia. Largo un par de balbuceos y palabras sueltas.
 - Un, un, un monstruo. El resto de los chicos reaccionaron mal.
 - Claro, con tal de no hacerte cargo de que perdiste la pelota cualquier cosa.
 - De verdad, era toda una cosa gris y peluda. Dijo recuperando el aliento.
 - ¿Si che? ¿ También escupía fuego? Pelotudo.
 - Vengan se los muestro. 
 La mayoría de los chicos se fueron a sus casas, pero Hernan, el dueño de la pelota, Franco y Gabriel decidieron seguir  Gaston, ya sea por aburrimiento, curiosidad, o por el simple hecho de no perder una pelota.
 Fueron rápido y a los saltos, de cielo raso a tejas y balcones, hasta que llegaron a una medianera negra y vieron sorprendidos a un animal cubierto de pelo color gris y abajo de él, la pelota perdida.
 - Nunca vi algo así. Dijo Hernan.
 - Es una especie de jirafa enana y peluda. Dijo Gabriel.
 - Y con pezuñas de burro, toda una mutación. Terminó Gaston.
 Era un guanaco, pero claro, como iban ellos a saber, si eran un par de pibes que solo conocían el cemento y el asfalto.
 - Bajemos. Dijo Gabriel.
 - ¿Estás loco?. Respondieron los otros tres a coro.
 - ¿Por qué no? ¿Nos va a escupir fuego?. Les respondió riéndose y con sarcasmo.
 - Baja vos primero entonces. Ordenó Gaston.
 - Esta bien. Respondió mientras saltaba la medianera con timidez.
 Enseguida estaba a unos centímetros del animal, a punto de tocarlo.
 - ¿Qué haces?. Dijeron asustados. 
 - No pasa nada. Exclamo con tono canchero.
 Lo último que sé, es que Gabriel llegó a sentir lo suave que era el pelaje del animal y lo olorosa que era la masa pegajosa que el animal le lanzó al verlo. 
 Nadie supo dar muchas explicaciones ese día, ni los vecinos sobre los golpes en sus techos, ni Hernan sobre su pelota y menos la madre de Gabriel cuando lo vio venir corriendo con la cara cubierta de saliva, barro y restos de pasto que tapaban todos sus orificios."

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