lunes, 18 de julio de 2011

My paradise

  Varios puentes, se pueden contar, una señalización natural, de subidas y bajas. El sauce grande, hermoso lugar, aun seco se puede apreciar esa belleza forestal, llegando ya, un cartel artesanal en madera, con una simple frase, que expresa todo en una sola palabra, "bienvenidos". Subamos unas dos cuadras, hacia arriba, por el camino principal, hermosas casas, la plaza, la escuela, una capilla, una imagen de la virgen, que solo sale a las doce, como un reloj cu-cu, que aparece trayendo mas paz, con una armoniosa música y una imagen iluminada. Doblando a la izquierda un camino de barro, todo bordeado por un arroyo, que vierte agua, haciendo un calmo ruido con las piedras y las ramas. Si miran bien, se puede ver una escalera de madera, derruida y gastada, tapada por enredaderas y plantas autóctonas. Si bajan  y cruzan, a los saltos, las corrientes de agua, terminan llegando a una especie de orilla, enfrente un dique, hacia atrás arboles, pinos lo que se les pueda ocurrir, frente al arroyo una pared de tierra que se eleva, como si una guillotina gigante hubiese cortado la tierra por la mitad, en esa pared miles de huecos y huecos, y en cada hueco, un nido de cotorras coloridas u otro animal.
   Volvemos y seguimos por la cruz del sur. Unas cinco cuadras, tal vez más, antes del final del pueblo, se alza una casa pequeña y cálida, de dos plantas, gran parte de madera, tres arboles de distintos tipos cubren el frente, una planta rodeada de flores en el centro, con una pequeña pileta, donde muchos pájaros paran a mojarse. Una Lavanda cubre ambos costados de un deck de madera, que lleva a un piso flotante, lleno de mesas y sillas echas a mano por mi abuelo, todas a base de maderas encontradas y otros materiales. Ya bajando a tierra otra vez, un camino de cemento pegado la pared, y frente a el una parrilla, que da a la ventana de la cocina. Entrando hacia la izquierda una mesada, a sus costados una heladera y un calefactor, una mesa familiar con una lampara sobre ella, una escalera que va a la segunda planta, bajo la escalera un pequeño deposito de variadas cosas, un pequeño baño. Hacia la derecha una estufa a leña usada como, guardador en el verano, llena de leña en el invierno, un sillón cama, y en el suelo un suave cuero de vaca, ideal para acostarse a jugar todo tipo de juego con naipes. La segunda planta de la casa es simple una ventana y un ojo de gato, tres camas, dos simples y una doble, un baúl para guardar frazadas, y usado de mesita de noche, dos estufas, un ventilador, y un pequeño mueble para ropa.
  En el patio de atrás hay muchos arboles, varias casitas con unos jugos azucarados para que se posen los colibríes a tomarlos. Atrás de la casa tenemos un galpón, lleno de toda herramienta existente, tres bicicletas que usamos para ir de acá para allá, dos hamacas paraguayas (nada mejor para leer, o dormir una siesta que una de esas). En la esquina mas alejada, una árbol grueso, el que cuelga una hamaca, la rama que la sostiene parece fina y poco resistente, pero también lo parecía hace diez años, cuando mi abuelo colgó dicha hamaca, y a pesar de todo, sigue ahí, aguantando vientos fuertes, nieve, vientos cálidos, lluvia, mil tempestades, pero la hamaca sigue ahí, meciéndose al compás del viento. Un aguilucho que se para en las ventanas, como si fuese una mascota mas, pidiendo comida.
  Cruzando la calle, casi en la esquina, se ve una especie de casa de vidrio, con metales celestes que los sostienen, la primera vez que lo vi, cuando me acerque quede mas que impresionado, parecía un cuento, un invernadero, con una vuelta al mundo chiquita que llevaba agua, puentes y demás cosas, y pastos altos alrededor, cuando logre ver que era quede con una cara de wow, un castillo, si por mas loco que suene ,en ese pueblo hay un castillo, dos o tres torres gigantes, encima de una, una veleta en forma de gallo que gira con el viento.Hermoso verlo desde lo alto de una cierra, miles de arboles y lo único divisible es, una figura rojo anaranjado, el castillo.
 Tantas cosas que podría contar, la sierra de la ventana, pensar que estuve ahí, mirando por ese hueco a mil ciento once metros de altura, parado en una piedra de nada (porque soy re suicida). La biblioteca, el dique. Caminos que llevan a un hotel, el primer hotel casino de Sudamérica, con tantas variadas leyendas de como se incendio, si seguís por el camino, un viejo quincho derruido  bastante mas actual que el hotel, y si miras bien hacia las cierra que se pueden ver desde ahí, escapa un pequeño techo de piedra, que no estoy seguro cuando, pero se que fue una capilla ( a la cual no me dejaron ir, pero ya voy a poder), tantas cosas que puedo nombrar, tantas que me faltan ver, pero todas en un solo lugar, Villa Ventana.

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